Al inicio de la pandemia, Dylan McDonnell, un cervecero aficionado de las afueras de Salt Lake City, tuvo una idea loca: ¿por qué no hacer cerveza con levadura antigua?
Todo empezó después de ver un video de Seamus Blackley sobre cómo hacer pan con levadura egipcia de hace 4,500 años. McDonnell se preguntó si podría lograr algo similar pero con cerveza.
Recientemente, su experimento dio frutos con una cerveza ámbar que él imagina que Ramsés el Grande podría haber tomado entre batallas contra los Hititas.
McDonnell no es el primero en explorar las bebidas ancestrales. Desde la cerveza vikinga hasta la de las dinastías Shang y Zhou de China, y la de los sumerios, hay un creciente interés en revivir las bebidas de civilizaciones pasadas.
Aunque McDonnell también es jefe de operaciones de una organización sin fines de lucro, no busca competir con cerveceros profesionales ni comercializar su creación. Se ha sumergido en la búsqueda de ingredientes precisos y levaduras históricas, inspirado por textos antiguos como el Papiro Ebers de Egipto.
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La levadura desenterrada por un equipo israelí, que data del año 850 antes de Cristo y que según McDonnell es como comparar un lobo con un perro labrador en términos de diferencia con la levadura moderna, fue crucial para su proyecto.
El resultado es una cerveza que, según él, tiene un inicio amargo que evoluciona hacia una complejidad refrescante, similar a la sidra.
Aunque McDonnell no ha pensado en un nombre comercial para su creación, está contento de haber llevado a cabo lo que él llama una «locura» que tomó más de tres años en concretarse.